Quienes suscribimos, formamos parte del movimiento social que hemos demandado durante años las reivindicaciones urgentes de la inmensa mayoría de los habitantes del país, como son pensiones, salud y educación.
A cinco años del estallido social, reivindicamos los motivos que llevaron a millones de ciudadanos y ciudadanas a impugnar un sistema y a una clase política absolutamente alejada de las necesidades reales del pueblo. Fuimos millones que nos movilizamos sin violencia por un país más justo y que abogamos por cambios económicos, políticos y sociales profundos. Rechazamos completamente la estrategia comunicacional que la derecha ha levantado para criminalizar la gigantesca movilización que el pueblo de Chile ha realizado después de años de agotamiento por la corrupción e impunidad de la que han gozado los poderosos en nuestro país.
Los intentos por reducir la revuelta de octubre a actos vandálicos no son más que intentos desesperados por distraer de lo sustantivo, cual es que a cinco años las demandas no solo siguen plenamente vigentes, sino que, muchas de ellas se han empeorado.
Hace cinco años la movilización nacional estremeció las instituciones del Estado y las autoridades de la época manifestaron temor de que sus privilegios alcanzados por la vía del abuso terminaran siendo arrebatados. Reconocieron que eran responsables de la desigualdad y la injusticia, expresaron su disposición para corregir dichas injusticias y estuvieron dispuestos a realizar los cambios.
Después de cinco años, no solo han desconocido sus compromisos, sino que han desatado toda una ofensiva comunicacional que enrarece el ambiente y polariza a niveles extremos –mucho más que en octubre–, nuestra sociedad.
La corrupción, la impunidad y la injusticia, no han cesado, por el contrario, se han incrementado groseramente en estos últimos cinco años. El descrédito de la que gozan hoy en día las instituciones del Estado y, en particular, los partidos políticos y el Congreso Nacional, debiese ser razón más que suficiente para avanzar en transformaciones profundas, sin embargo, la soberbia y prepotencia pueden más.
Quienes suscribimos nos sentimos herederos de esas grandes movilizaciones: de la lucha estudiantil (secundaria y universitaria); de la lucha que libraron millones de mujeres por sus derechos; de los millones de hombres, mujeres y jóvenes que levantaron la demanda por NO+AFP; de la lucha de profesores y profesoras que hace más de una década vienen exigiendo resolver la deuda histórica y restituir la condición de educación pública y de calidad; la demanda por una salud digna y oportuna para todas y todos, así como por el derecho a una vivienda digna.
Los discursos arrogantes de personajes corruptos que descalifican la lucha y la movilización social resultan indignantes, pues mientras los derechos de las mayorías permanezcan conculcados y la desigualdad continúe sin resolverse, nuestro compromiso por seguir luchando por ellos continuará y poco importan las bravatas de quienes se han mantenido en el poder por años sin dar respuestas a los y las ciudadanas de este país.
En este 18 de octubre no olvidamos a Gustavo Gatica y a Fabiola Campillay cegados por la represión desmedida, y a quienes pagaron con su vida el haberse puesto de pie; a los miles de compatriotas que sufrieron injustamente el apremio, la cárcel y la tortura por parte de las fuerzas policiales.
Nuestro compromiso seguirá vigente por restituir justicia social para nuestro país.
Paz Margarita Araya, Presidenta CONFEDEPRUS
Mario Aguilar, Presidente Colegio de Profesoras y Profesores de Chile
Mesa Ejecutiva CONFECH
Luis Mesina, Vocero Nacional Coordinadora Nacional, NO+AFP
