“Recuerdo que tenía 58 años, cuando, después de salir del trabajo, partí a visitar a mi madre que residía en la Población Gómez Carreño de Viña del Mar. Después de los saludos de rigor, ella me dice que había llegado carta de la AFP. Después de unas exquisitas y reconfortantes onces, abrí la carta para leerla con tranquilidad. Tenía fecha 30 de abril del 2006.
La misiva comenzaba con frases bastante alentadoras y reconfortantes, tales como “SU FUTURO ESTA EN SUS MANOS, ¡INFORMESE HOY DE SU PENSIÓN! ¡Pero qué frases más reconfortantes para comenzar! – me dije
Por eso, creo que mientras viva, nunca dejaré de agradecer al Ejecutivo de la AFP PROVIDA, la AFP en la que cotizaba, por haberse tomado la molestia de mantenerme informado, algo de suma importancia a la hora de tomar decisiones.
Dejé de leer la carta por algunos instantes y comencé a pasarme películas con respecto a lo que haría cuando estuviera jubilado, porque de ser cierto lo que este amable señor me comunicaba, a lo mejor, hasta podría cumplir el sueño de irme a disfrutar de unas merecidas vacaciones en alguna de esas islas paradisiacas que aparecen en los folletos de las Agencias de Viajes, cuestión que los dueños de las AFP por intermedio de la onerosa publicidad pagada a la TV en horario prime -,con dinero nuestro -, se encargaban de mostrar a cada instante para que no quedaran dudas de las bondades del “maravilloso sistema que nos habían impuesto a la fuerza.
Las imágenes publicitarias mostraban a felices jubilados que comenzarían a disfrutar de todas las bondades que el nuevo y maravilloso sistema traía consigo, claro que siempre y cuando… hiciéramos todo lo que ellos nos sugerían buenamente, como mansos corderos. “Esto es lo mejor que se ha inventado para la clase trabajadora”, decían a coro los defensores del nuevo sistema previsional, casi todos dueños de bancos y empresarios pertenecientes al 1 % más rico del país, además de algunos políticos coludidos pertenecientes a todo el espectro, varios de los cuales, pasado cierto tiempo, se integrarían en los Directorios de las AFP, cargos muy apetecidos y mejor remunerados, a cambio de defender a ultranza el nuevo sistema.
Puchas, me decía, esta gente sí que sabe lo que hace. A lo mejor, si extiendo mi edad hasta los 68 años, tal como lo sugería en forma tan gentil el señor gerente de PROVIDA, hasta podría extender mi periplo viajero para ir a Venecia, o quizá a la Riviera francesa y también a la italiana, y ¿por qué no a un viaje de placer por el Caribe? A través de la nota el Ejecutivo de PROVIDA me sugería que la segunda opción podría ser la más conveniente, claro que no sé si para mí o para la entidad que él representaba.
A medida que fui leyendo la carta, mi ánimo y mis facciones fueron pasando de la alegría al asombro y también a la indignación, al percatarme que la cifra irrisoria ofrecida ascendía a la fabulosa cantidad de $ 99.034 (noventa y nueve mil treinta y cuatro pesos), claro que si por esas cosas de la vida extendía mi decisión de pensionarme hasta cumplir los 68, entonces el monto podría subir a los $125.987 (ciento veinte y cinco mil novecientos ochenta y siete pesos). ¿Cómo podría subsistir con esa exigua cantidad? ¿Para esto he trabajado casi toda la vida? ¿Quién o quienes pueden vivir dignamente con esa suma? ¿A lo mejor los dueños de la AFP puede vivir como reyes con dicha cantidad? Aquí, pensé, hay algo que no rima, que debe tratarse de algún error, tiene que ser un error- me dije. Por lo que volví a releer con mayor tranquilidad el párrafo donde se mencionaban las lucas que iba a recibir. Pero no, no había ningún error; ningún margen de dudas.
Se notaba a las claras que todos los detalles de la aplicación de este perverso sistema fueron científicamente planificados por los cerebros del gobierno de facto que nos puso la bota encima de la cabeza durante 17 largos y eternos años, sistema que ha continuado contado con la anuencia y el beneplácito de todos los gobiernos de turno. La cruda y fría realidad la tenía ante mis ojos. Así que de un solo plumazo mis sueños de viajar, se fueron a las pailas.
Al cabo de algunos minutos, luego de darle varias vueltas al asunto, algo repuesto de la primera impresión, comencé a pensar en lo que se me venía encima, sobre todo, porque me faltaban apenas 3 años para cumplir los 65, la edad requerida. Aparte de eso, a la empresa donde me encontraba trabajando, había llegado un jefe nuevo que venía con el serrucho en la mano y dispuesto a usarlo con los funcionarios más viejos – según los rumores que circulaban por ahí – rango en el que yo me encontraba. Por lo tanto, tampoco tenía la certeza de continuar trabajando cuando cumpliera los 65. Así que, llegado el momento que no deseaba que llegara, tendría que encontrar la fórmula con que enfrentaría la vida con tan miserable pensión, una verdadera limosna.
A partir de ese momento, cuando llegaba la noche no podía conciliar bien el sueño. Muchas veces despertaba sobresaltado y debía recurrir al cigarrillo para lograr tranquilizarme un poco. ¿Cuántas personas en situación similar a la mía estarían pasando por el mismo trance? – me preguntaba. También comencé a tener serios problemas con la diabetes, ya que se me disparó el azúcar, por lo que me descompensé en más de una ocasión, debiendo ser atendido de urgencia en el Hospital más cercano para ser estabilizado, porque de lo contrario, lo más probable es que me hubiera sonado la flauta y no estaría contando el cuento. Y todo por culpa de la “bendita” carta que había recibido, y también por la llegada del jefe nuevo, un verdadero tirano. .
Un par de meses después de haber recibido la “carta de la AFP, caminaba despreocupadamente por una céntrica calle de Valparaíso cuando, de súbito, me encuentro con un ex compañero de oficina, con quien había trazado algunos lazos de amistad durante los años que trabajé en la ya desaparecida caja de Previsión de Empleados Particulares de Valparaíso. Conversamos durante algunos minutos, lapso que aproveché para contarle lo que me estaba sucediendo con el tema de mi futura pensión.
– ¿Oye, viejo, tú crees que yo podría tener alguna posibilidad de retornar al sistema antiguo de previsión?- pregunté
– La verdad que no lo sé. Tendría que ver en qué situación previsional estás – me respondió
– Ah, y ¿cómo podría saberlo?
– Mira, tendrías que ir a la oficina que está en calle Blanco, subes hasta el segundo piso y luego me ubicas en uno de los módulos de atención de público para revisar tus papeles. ¿Cómo sabes si en una de esas encontramos algún tipo de alternativa y puedes volver al sistema antiguo?
Estando ya con feriado, me fui al IPS para conversar con mi amigo, pero no lo encontré porque estaba haciendo uso de su feriado legal. Ante su ausencia, y para no perder el viaje, opté por dirigirme a la Plataforma de Atención para ser atendido. Luego de una tensa espera que se prolongó por varios minutos, fui atendido por una joven funcionaria, la que luego de revisar los documentos que yo portaba me informó en forma muy escueta y tajante que no tenía ninguna posibilidad de regresar al Sistema Antiguo. Ante mi insistencia, y un poco molesta, me volvió a repetir lo mismo, y que por favor no insistiera porque tenía mucho que hacer. Como lo que la joven funcionaria me acababa de informar no me dejó conforme, me quedé al cateo de la laucha en espera de que apareciera otra funcionaria de mayor experiencia y con mejores conocimientos, dado que en mi opinión la joven que me había atendido era muy básica y poco entendida en materia previsional. Para suerte mía, la espera de otra funcionaria de mayor rango tuvo sus frutos, ya que luego de revisar con prolijidad los papeles que le mostré, me manifestó en forma muy convincente que si podría volver al sistema antiguo de pensiones. “Creo que hoy es su día de suerte porque, según lo que leo aquí, tengo la plena certeza de que usted reúne los requisitos suficientes como para poder regresar desde el sistema privado al antiguo, debido a que no tuvo Bono de Reconocimiento y además tiene más de 60 cotizaciones registradas en el sistema antiguo, lo que lo hace acogerse a ALTERNATIVA DE CALCULO 3. Claro que para que esto se concrete tiene que esperar el dictamen de la Superintendencia de Seguridad Social que está en Santiago. Así que ahora mismo se va a las oficinas de la AFP a la que pertenece con estos papeles que yo le voy a dar y presenta una solicitud de desafiliación”
La pésima información recibida en un principio, no hace más que evidenciar la poca preparación con que cuentan algunos funcionarios de las reparticiones públicas, pero no solo ahí ocurre eso, si no que también en el ámbito privado ocurre lo mismo, y bastante seguido por lo demás. ¿Cuántas personas más habrán sido mal informadas?
Mi corazón late a más de 100 kilómetros por hora. Con los papeles que la funcionaria mayor me entregó fui lo más rápido posible a PROVIDA y se los entregué al funcionario encargado de la recepción. Una vez que los revisó me dijo:”ya, señor, estamos listos, ahora tiene que esperar 6 meses para conocer el dictamen. Le deseo mucha suerte, y espero, de verdad, que pueda volver al sistema antiguo, desde donde nunca debió salir” – me dijo, esbozando una sonrisa franca y solidaria.
Los seis meses se me hicieron interminables, pero como no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague, por fin llegó a mis manos el documento emitido por el organismo encargado de dictaminar si correspondía o no acoger mi solicitud. Mi felicidad es inmensa: mi solicitud ha sido aceptada por lo que podré volver sin ningún problema al sistema antiguo.
Hoy que el tiempo ha pasado, cuando ya estoy felizmente pensionado por el sistema antiguo, el mismo que nos hicieron creer que era malo, que no funcionaba, que estaba quebrado y que entregaba exiguas pensiones, cuando ya tengo 74 años cumplidos, me encuentro disfrutando de una pensión que supera en MAS DE SEIS VECES el monto miserable, a la verdadera limosna que me ofrecía el sistema privado en el que estuve “afilado”, perdón, quise decir afiliado.
No podría terminar estas líneas sin volver a dar las gracias al Ejecutivo de PROVIDA, quien a través de la “carta” bendita que me envió hizo abrir mis sentidos; ¡¡gracias!! , PROVIDA, por haberme hecho despertar del letargo en el que estuve sumido durante tantos años, tal como miles de compatriotas que viven una situación similar a la que yo pasé y que deben hacer verdaderos malabares para poder subsistir a diario con tan magras y miserables pensiones, lo que convierte la subsistencia en un verdadero calvario, cuestión que no le desearía ni a mi peor enemigo.
Lamentablemente y tras la vuelta a la democracia, ninguno de los gobiernos de turno que hemos tenido ha tomado conciencia, ni tampoco se ha hecho cargo de la gravedad de esta situación. Solo han manifestado buenas intenciones, pero nada más que eso.
Creo que después de esta vivencia que estoy terminando de narrar, no me queda otra cosa que considerarme afortunado de haber podido salir desde las fauces de las AFP para regresar al SISTEMA ANTIGUO SOLIDARIO DE PENSIONES, cuya operatividad ha demostrado con creces, como es mi caso, que no existe mejor SISTEMA DE REPARTO DE PENSIONES que lo pueda igualar ni menos reemplazar, digan lo que digan sus detractores.
Para terminar y pensándolo bien, creo que ya no iré a ninguna isla paradisiaca, ni tampoco a Venecia, ni menos a un Crucero por el Caribe, aunque a lo mejor, podría aprovechar la oferta de alguna agencia de turismo y pagar las vacaciones en 48 cómodas cuotas mensuales, pero mejor que no, porque a estas alturas del partido, no sé a ciencia cierta hasta cuando estaré en este mundo y como no lo sé y como tampoco quiero dejar a mi mujer endeudada , mejor desistiré y me dedicaré a cuidar a mi gatita “Boni”, cada día más traviesa, como también a preocuparme de sacar la maleza del jardín de mi casa y regarlo. “
Atte.
Un jubilado…con pensión digna
Relato verídico de José Urrutia